Se acerca el invierno.
Para los seguidores de la saga Game of Thrones, la frase “Se acerca el invierno” estará repleta de significados. Para los demás, probablemente resultará poco más que una obviedad del hemisferio norte. De alguna manera lo es, pero así como en la ya mentada saga, la frase alude simbólicamente a las desgracias que se ciernen sobre el reino, en la vieja Europa pasa algo parecido. No es simbólico. Se acerca el invierno en muchos sentidos.
En España en particular, el nuevo gobierno conservador – ojalá fuese conservador, es mucho, pero mucho más que eso – aún antes de asumir ya está imponiendo su intolerancia política en el Congreso de los Diputados, impidiendo que la Izquierda Abertzale – tampoco santo de mi devoción, por cierto – tenga, como ha conseguido en las urnas, grupo propio en el hemiciclo. Y no solo impondrán su intolerancia, sino un absurdo credo absolutista según el cual, aparentemente, el discutiblemente legítimo derecho a gobernar proporciona, adicionalmente, la prerrogativa de decidir por todos lo que está bien y lo que está mal.
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